Santo
Tomás, ornamento grande del estado religioso, una de las más brillantes
lumbreras de todo el mundo, y uno de los mayores santos y de los más
esclarecidos doctores de la Iglesia.
Nació
en 1225 en Italia. Pusiéronle el nombre de Tomás, como lo había anunciado con
anticipación un venerable ermitaño, pronosticando al mismo tiempo los
importantes servicios que aquel niño había de hacer a la Iglesia. Todas sus
inclinaciones iban derechas a la piedad. A los 5 años le enviaron sus padres
con los monjes en el monte Casino. Nada le divertía sino el estudio y la
oración. Fue enviado a la universidad en donde aprendió las letras humanas y la
filosofía en donde eran grandes sus progresos, pero fueron sin comparación
mayores los progresos en la ciencia de los santos.
Fue
recibido en el convento de Nápoles a los 18 años, su madre y sus hermanos se
empecinaron en sacarlo del estado religioso valiéndose de cuantos artificios tuvieron
a su disposición, pero Tomás salió victorioso con la gracia de Dios y el
auxilio de la Virgen María. Fue restituido al convento y de ahí enviado
prontamente a Roma y luego a París, donde estuvo bajo la disciplina de Alberto
Magno, con el cual hizo asombrosos progresos en la teología y posteriormente se
vio precisado a tomar el grado de doctor en la universidad de París, se traslucía
su ingenio a pesar de su humildad.
No
perdonó medio alguno para conservar el precioso don de la castidad; su devoción
preferida fue la que profesó al Santísimo sacramento; la ternura y la confianza
para con la Santísima Virgen le merecieron el antonomástico dictado de favorecido de María.
Combatió
y desbarató a los enemigos de la Iglesia con sus escritos, convirtió con sus
sermones a gran número de pecadores e infieles, compuso una prodigiosa multitud
de sapientísimas obras, respondía plenamente a quienes le consultaban de todas
partes cual oráculo universal. En medio de todo esto, dio muchas horas a la
oración diaria, no se dispensó casi nunca de las funciones ordinarias de su
comunidad, maceró su carne con rigurosísimas penitencias a pesar de tener una
salud débil: esta fue la vida de Santo Tomás de Aquino.
Acercándose
al fin de su gloriosa carrera, se confesó y recibió el santo viático, haciendo
profesión de fe frente a la hostia consagrada. Y habiendo recibido la
extremaunción con devoción extraordinaria, rindió tranquilamente su espíritu en
manos de su Criador, y pasó a recibir en el Cielo el premio que el Señor le
tenía preparado. Fue su dichoso tránsito el miércoles 7 de Marzo de 1274. Fue
canonizado por el papa Juan XXII (22) el año 1323 y declarado doctor de la
Iglesia por san Pio V en el año 1567.
Oración:
Oh Dios, que con la admirable sabiduría de tu bienaventurado siervo Tomás
iluminas a tu Iglesia, y con sus santas virtudes la fecundas; humildemente te
pedimos nos des gracia para que con el entendimiento aprendamos lo que enseñó,
y con la imitación ejecutemos lo que obró. Por Nuestro Señor Jesucristo tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por
los siglos de los siglos, Amén.
Información del libro: “Año cristiano o Ejercicios devotos
para todos los días del año” del padre Juan Croisset (1656-1738) de la Compañía
de Jesús; traducido al castellano por el padre José Francisco de Isla
(1703-1781) de la Compañía de Jesús. Publicado en el siglo XIX.
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